Alberto Núñez Feijóo ya tiene en el bolsillo su cuarta mayoría absoluta e iguala así el legado de su predecesor, Manuel Fraga. Una vez más, y ya van cuatro consecutivas desde el 2009, los gallegos han querido que su comunidad se volviera a teñir del azul del PP y que el actual presidente de la Xunta continuará siendo el único presidente popular con mayoría absoluta . Feijóo ha vuelto a imponerse a los partidos de izquierdas con un resultado incontestable, que incluso ha mejorado respecto el 2016: ha obtenido 42 escaños, uno más que hace cuatro años. Ha ganado a pesar del descenso de la participación, de cinco puntos respecto a hace cuatro años, ya pesar de haber perdido 63.000 votos -a la espera de sumar el voto exterior.
La gestión de la crisis sanitaria del actual presidente gallego, lejos de hacerlo tambalear al frente de la Xunta, aunque la ha impulsado. Ni el brote de A Mariña durante la campaña electoral -en la población más afectada, Burela, cayó ocho puntos la participación-, ni tampoco la prohibición de votar a los contagiados por coronavirus lo han hecho retroceder. Al contrario. El resultado de ayer en Galicia representa un aval a su gestión de la pandemia, un triunfo del ala moderada del PP y un reforzamiento de su nombre en el seno del partido. Feijóo, que anunció en campaña que esta sería su última legislatura en Galicia, se ha desmarcado abiertamente del discurso de la confrontación que ha encarnado el líder popular estatal, Pablo Casado.
Urkullu gana fuerza y reafirma la alianza con el PSE
Iñigo Urkullu es el gran triunfador de los comicios vascos. Consigue, con el PSE, su ansiada mayoría absoluta. La sociedad vasca ha votado continuidad en una situación totalmente atípica y marcada por condiciones inéditas y excepcionales derivadas de la pandemia del Covidien-19. A pesar de cumplir el objetivo que llevó al PNV a las elecciones anticipadas, la felicidad no fue completa ayer en Sabin Etxea, porque Euskadi registró la máxima abstención de su historia en unas elecciones autonómicas: 47 de cada 100 vascos no acudir a las urnas.
Dado que la victoria del PNV estaba cantada, la incógnita se situaba en ver quién podría surfear mejor la ola de la abstención. Vistos los resultados, los que lo han hecho mejor han sido los jeltzales y EH Bildu. Ambas formaciones han subido tres y cuatro escaños respectivamente. Suman 53 parlamentarios (31 y 22), es decir, dos de cada tres votantes se han inclinado por opciones nacionalistas o independentistas. Máximo histórico.
De acuerdo con la campaña y con la inercia del PNV y el PSE, no parece que este avance de los abertzales de izquierdas tenga que reemplazar la apuesta por el actual entendimiento de gobierno, que mantendrá Iñigo Urkullu de lehendakari por tercera legislatura consecutiva . Obviamente, una de las sumas de este resultado es que el Parlamento es más abertzale que nunca, pero ni en Ajuria Enea ni en Sabin Etxea no parecen dispuestos a hacer este cálculo, que ya se dio en la época del Acuerdo de Lizarra-Garazi.
El PNV ha mostrado su solidez. Un excelente resultado que le acerca a su máximo histórico de 1984, cuando aún no se había producido la escisión de EA. Consigue tres escaños más que en 2016 y un porcentaje de voto de cerca del 39%, aunque todavía por debajo del nivel porcentual de la época de Juan José Ibarretxe en 2001. Gana y crece en los tres territorios.