Que la situación actual para la economía mundial es difícil es algo que ya no se le escapa a nadie, pero incluso en la mala situación general existen rangos, y en Europa España ocupa los vagones de cola si de recuperación estamos hablando.
Y es que las recientes correcciones a la baja en las predicciones de la Comisión Europea sobre el crecimiento de España para el 2021 ponen el acento en las dificultades que lleva arrastrando el país desde la crisis financiera del 2008, aunque hay que decir que no todas las previsiones son igual de bajas.
Discrepancias entre la Comisión y el FMI
La última corrección de la Comisión Europea sobre el crecimiento de España sitúa el crecimiento de nuestro país para el 2021 en el 4,6 por ciento, un crecimiento parco si se tiene en cuenta que en el 2020 el PIB nacional cayó un 10,8 por ciento, que las previsiones de crecimiento en verano eran del 6,2 por ciento y que la media de crecimiento estimada para la Unión es del cinco por ciento.
Por contra el FMI se muestra mucho más optimista que el órgano de gobierno de la UE y espera que España crezca hasta un 5,7 por ciento este año -la diferencia con las estimaciones de la Comisión supone varios miles de millones de euros de crecimiento extra-, pero lejos también de las previsiones del Gobierno español, en base a las cuales no se debe olvidar que se elaboraron los presupuestos para el año que viene.
En cualquier caso, de cumplirse las previsiones supondría que España sería el único país de la UE que pese al plan de recuperación no habría recuperado su PIB anterior a la pandemia al terminar este año, aunque la caída del precio del euro podría favorecer al sector exportador, clave en la recuperación de la pasada crisis.
El dólar recupera posiciones frente a la moneda europea
El par EUR/USD se encuentra en su valor más bajo desde el verano del 2020, lo cual es achacado por los analistas a los datos de inflación de EEUU, el más alto de las tres últimas décadas, lo cual ha hecho que aumenten las apuestas porque la Reserva Federal suba los tipos de interés, es decir, se espera que se encarezca el precio del dólar precisamente para desincentivar el consumo y de esta forma intentar controlar la inflación, ya que es fácil encontrar analistas que explican la inflación actual en el enorme desequilibrio entre demanda y oferta, ya que tras un año de confinamiento se ha acumulado mucho ahorro que quiere convertirse en consumo a pesar de que los proveedores de bienes y servicios no pueden satisfacer este deseo a la velocidad que sería necesario.
Aunque la volatilidad de la cotización del euro es utilizada por los traders que operan con Plus500 y otros brókeres regulados para especular con el sentido y la intensidad de los movimientos -se espera que estos inversores comprendan el riesgo que implica esta forma de operar- es posible que los ciudadanos legos en la materia no sepan si la caída del euro frente a la moneda de los EEUU es beneficiosa o perjudicial y el caso es que normalmente no es sólo lo uno o lo otro, sino ambas cosas a la vez, aunque en esta ocasión puede ser un poco más malo que bueno.
Dependencia energética de Europa
Aunque las exportaciones de los países de la UE se pueden ver beneficiadas por un euro más barato no se debe perder de vista que la base de la moderna sociedad es el consumo energético, y en espera de que las energías renovables, la sostenibilidad y la independencia energética se consoliden lo cierto es que Europa depende en gran parte de importar combustibles fósiles, los cuales mayormente se pagan en dólares, y si cada dólar vale ahora más euros que hace un mes es muy fácil entender que importar energía es más caro, lo cual se suma al cuello de botella que las infraestructuras de transporte de gas y crudo están experimentando para crear la tormenta perfecta sobre la economía europea.
Por último en el caso de España se une que la escalada de la tensión entre Argelia y Marruecos ha supuesto que nuestro país pierda una de las vía de entrada de gas a la península y que Argelia ya ha anunciado que subirá el precio de su gas.