Según las nuevas proyecciones de la ONU, el PIB global ganará este año 3,1%, casi un punto menos de lo que se estimó en enero. La inflación, en tanto, avanzará una media de 6,7% impulsada por los precios de los alimentos y la energía. El deterioro incluye a los motores económicos: Estados Unidos, China y la Unión Europea.
La frágil recuperación de la crisis derivada de la pandemia de COVID-19 y los efectos de la guerra en Ucrania llevaron al Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA) a reducir sus perspectivas de crecimiento global para este año a 3,1%, casi un punto porcentual con respecto al 4% que había previsto en enero de 2022.
“La economía mundial enfrenta importantes riesgos a la baja debido a una mayor escalada de la guerra en Ucrania, nuevas oleadas de la pandemia y un endurecimiento monetario más rápido de lo esperado en las economías desarrolladas”, dice DESA en su informe de actualización de proyecciones de medio año, presentado este miércoles.
El estudio explica que si bien las rebajas incluyen a las grandes potencias como Estados Unidos, China y la Unión Europea y a la mayoría de los países desarrollados, los países en desarrollo importadores de materias primas serán los más afectados, sobre todo por el incremento de los precios de los alimentos y la energía.
El documento destaca también que la inseguridad alimentaria empeorará en África.
De acuerdo con los especialistas de DESA, la conflagración en Ucrania ha impactado la frágil recuperación de la pandemia de COVID 19, desencadenando una devastadora crisis humanitaria en Europa, aumentando los precios de los alimentos y las materias primas y exacerbando las presiones inflacionarias en todo el mundo.
Inflación galopante
Así, la inflación global alcanzaría 6,7% este año, más que duplicando el índice de 2,9% registrado en el periodo de 2010 a 2020.
La inflación en Estados Unidos registra el nivel más alto en cuatro décadas y está al alza en muchos países de Asia Occidental, América Latina y el Caribe y en la Comunidad de Estados Independientes.
“El aumento de la inflación plantea un desafío adicional para una recuperación inclusiva, ya que afecta desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos”, apunta DESA y subraya que la disminución de los ingresos reales es particularmente notable en los países en desarrollo, donde la pobreza es más frecuente, el crecimiento de los salarios es nulo, y las medidas de apoyo fiscal para aliviar el impacto de la subida de los precios del petróleo y los alimentos son más limitadas.
Asimismo, alerta de que el aumento de la inflación en la comida acentúa la inseguridad alimentaria y empuja a millones de personas a vivir por debajo de la línea de pobreza en muchos países en desarrollo que todavía sufren los efectos económicos de la pandemia.
“El aumento de la pobreza agudizará inevitablemente la desigualdad en muy poco tiempo, tanto dentro de los países como entre ellos”, abunda el informe.
Afectación por regiones y países
Por otra parte, señala que las crecientes incertidumbres geopolíticas y económicas debilitan la confianza empresarial y que el aumento de los costos del dinero socava las perspectivas de inversión.
Los cálculos ajustados de crecimiento indican que Estados Unidos lograría sólo un 2,6% este año, más de tres puntos por debajo del 5,7% de 2021. China, en tanto, avanzaría un 4,5%.
En cuanto a la Unión Europea, el informe detalla que la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia no sólo golpean las economías rusa y ucraniana, sino la de todos los países de la Comunidad de Estados Independientes, incluidos los que pertenecen al bloque europeo.
La inflación en los mercados energéticos también ha tenido un impacto negativo mayúsculo en la Unión, que en 2020 importó el 57,7% de su energía y el 25% de ella provino de Rusia.
En este sentido, DESA recalcó que una interrupción repentina de los flujos de petróleo y gas natural de Rusia aumentaría aún más los precios de la energía y exacerbaría las presiones inflacionarias en los países del bloque.
Los estados de Europa del Este y el Báltico padecen tasas inflacionarias muy por encima de la media de la Unión Europea.
Consecuentemente, el crecimiento de la economía europea será de apenas 2,7% en 2022.
Economías muy endeudadas
Para los países en desarrollo, DESA prevé un aumento del 4,1% del PIB este año, aunque anticipa un ensanchamiento del déficit fiscal provocado por el incremento de los costos del endeudamiento.
“Las condiciones financieras externas más restrictivas afectarán negativamente las perspectivas de crecimiento, especialmente para los países con alta exposición a los mercados de capitales globales con grandes cargas de deuda o en riesgo de impago”, refiere y añade que estas perspectivas son agravadas por el empeoramiento de la inseguridad alimentaria, sobre todo en África.
El estudio enfatiza que la inflación en los alimentos y la energía dificultan una recuperación inclusiva porque afectan desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos, que gastan una proporción mucho mayor de sus ingresos en víveres.
“Los países en desarrollo tendrán que prepararse para el impacto de las agresivas restricciones de la Reserva Federal de Estados Unidos y tomar medidas macroeconómicas adecuadas para detener las fugas de capital y estimular las inversiones productivas”, dijo Hamid Rashid, jefe de la Subdivisión de Monitoreo Económico Global de DESA al presentar el informe.
La guerra en Ucrania y la emergencia climática
El texto dedica un apartado al impacto de la guerra de Ucrania en el cambio climático y las acciones de mitigación, destacando que el conflicto ocurre en un momento de emisiones globales récord de CO2 y advirtiendo que los altos precios de la energía supondrán un gran obstáculo para los esfuerzos que buscan hacer frente a la emergencia climática.
Considera que en vista de que los países buscan expandir sus suministros de energía para contrarrestar los elevados precios del petróleo y el gas, es muy probable que la producción de combustibles fósiles aumente en el corto plazo.
Del mismo modo, los altos precios del níquel y otros metales pueden afectar negativamente la producción de vehículos eléctricos, mientras que el aumento de los precios de los alimentos puede limitar el uso de biocombustibles.
Pese a este panorama, DESA afirmó que los países tienen la oportunidad de abordar sus preocupaciones de seguridad energética y alimentaria acelerando la adopción de energías renovables.
Fuente: ONU